Esta semana siento la necesidad de hablaros de algo que se viene oyendo / leyendo por el mundo de la paternidad y maternidad de un tiempo a esta parte. Y siento esa necesidad porque estos días de vacaciones que hemos salido más y había más familias por zonas de ocio, hemos visto/oído más progenitores relacionándose con sus hijos. En esos momentos no he podido evitarlo y me he sentido muy triste. ¿Cómo es posible que nos relacionemos de esa forma con nuestros hijos? ¿De verdad no nos damos cuenta del daño que les hacemos? ¿Quieres saber si eres un padre o una madre tóxico/a? Sigue leyendo…
El término Padres Tóxicos lo acuñó por primera vez Susan Forward, una psicóloga estadounidense, en su libro “Padres que odian” refiriéndose a aquellos padres que, por diferentes razones, causan sufrimiento a sus hijos a través de la manipulación, el maltrato, las demandas, desde la infancia hasta la adultez. Pero los padres tóxicos no son sólo los progenitores, sino también cualquier cuidador con el que los menores pasen un tiempo considerable como abuelos, tíos o educadores.
Ninguno nacemos siendo “buenos padres”, pero hoy en día podemos aprender. Esto de ser padres lleva implícita una parte de liderazgo, ya que nuestra labor implica la toma de decisiones, la ayuda, y la guía y acompañamiento en el camino de la vida a nuestros hijos de una forma tal, que no dañe la integridad de ninguna de las partes.
Personalmente, parto de la base de que todos los padres queremos hacerlo lo mejor posible y no es nuestra intención perjudicar a nuestros hijos, pero debemos tener claro que, como padres, tenemos que facilitar a nuestros hijos los recursos necesarios para desenvolverse de forma adecuada a lo largo de la vida. Lo ideal es sembrar en nuestros hijos el amor y el respeto pero, desgraciadamente, no es extraño encontrar familias en las que se siembra el miedo o la culpa.
Los padres tóxicos tienden a fijar un tipo de relación con sus hijos que les impide su independencia, tanto física como emocional, convirtiéndose en adultos con baja autoestima, inseguros, sumisos y emocionalmente inestables. Por ello es necesario que aprendamos a identificar en nuestros comportamientos aquellos que pueden ser perjudiciales para el sano desarrollo de nuestros hijos.
Veamos algunas de las características de los padres tóxicos. No son todas, hay muchas más, pero lo que queremos es identificar los rasgos más destacables de este tipo de progenitores para poder mejorar en caso de identificarnos con ello.
- Es manipulador. Hace sentir mal a sus hijos para conseguir lo que quiere, incluso que piensen como él.
- Es muy exigente. Da excesiva importancia a las calificaciones, les dice a sus hijos que deben ser los mejores de la clase.
- Maltrata física o verbalmente a sus hijos por cualquier motivo. No quiero decir que pegue palizas a sus hijos, que también puede ser; ten en cuenta que cualquier forma de violencia como gritar, ignorar, insultar, descalificar o dar un cachete también son formas de agresión.
- Piensa que lo que preocupa a sus hijos no tiene importancia. Provoca una falta de comunicación que implica que los niños escondan sus sentimientos y emociones.
- En vez de alentar a los niños, critica lo que hacen, siempre les encuentra un “pero”. Nunca está contento con lo que hacen.
- Responsabiliza a los niños de sus frustraciones.
- Tiende a proyectar en ellos sus sueños intentando que hagan lo que él no pudo. Si no permitimos que nuestro hijo sea lo que él quiera lo único que conseguimos es provocarle frustraciones, agobios y un distanciamiento hacia nosotros.
- Es muy protector llegando a dificultar la autonomía o independencia de sus hijos. La sobreprotección es uno de los peores comportamientos que como padres podemos tener ya que debido a ello nuestros hijos no sabrán tomar decisiones ni afrontar los problemas que más pronto o más tarde se les presentarán.
- No le gustan las amistades de sus hijos porque cree que no son suficiente para ellos. Con estos comportamientos sólo conseguiremos que se rebele.
- Es incongruente. No podemos pretender que nuestros hijos hagan cosas si nosotros no las hacemos como pedirles que no nos griten cuando nosotros les gritamos o si les pedimos que no insulten y nosotros lo hacemos.
¿Te sientes identificado? No te preocupes, lo importante es tomar consciencia, reconocer que no somos perfectos y que, a veces, algo que creemos bueno, en realidad, es muy negativo. Es importante mantener la mente abierta y aceptar que podemos equivocarnos.
Hasta aquí la entrada de hoy. Si te has sentido identificado con el tema de hoy no dudes en poner remedio, ganaréis todos. Si crees que puedo ayudarte no dudes en contactar conmigo.
Gracias por leerme y, ya sabéis que si compartís, le dais al “me gusta” o me dejáis vuestros comentarios os estaré muy agradecida.
Un abrazo,
Raquel.
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